Niños esclavos de Bolivia (Ciudad de Pérez) de Chile y de México (Tijuana). Las víctimas se consiguen del mundo de las ya víctimas de la miseria.
Se utilizan muchos medios para captarlos. Los principales medios se refieren a ofertas financieras o a ofertas de trabajo en el extranjero. Los esclavizados tendrán que saldar, a cuenta, todos los gastos de intermediación y del viaje. El dogal queda así puesto sin posibilidad de vuelta atrás.
La extorsión no se hace esperar y la deuda con los criminales se agranda. La pagarán muy, muy cara: con explotación sexual, con explotación laboral o con la venta de sus órganos, con su sangre, con su vida convertida en pedazos vendidos como gangas.
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