LA NUEVA WEB

miércoles, 30 de septiembre de 2009

EL MONSTRUO ESPAÑOL


El 9 de marzo de 1815, el diario parisino Moniteur Universel abordaba así la noticia de que Napoleón había abandonado la isla de Elba: “El monstruo ha escapado de su destierro”. Al día siguiente abundaba en la metáfora: “El ogro corso ha desembarcado en Cape Jean”. Tres días más tarde escribían: “El tirano está ahora en la zona de Grenoble y Lión. Todos están aterrorizados desde que apareció”. Tres días más, y la bestia seguía supurando pus: “El usurpador ha osado acercarse hasta un punto situado a sesenta horas de marcha de la capital”. El día 19, sin embargo, una pequeña inflexión nominativa: “Bonaparte de acerca con paso veloz, pero le es imposible entra en París”. El día 20 el asco parecía remitir, y emergía algo parecido a una asepsia premeditada, que ya incluía el regalo del nombre propio: “Napoleón llegará mañana a las murallas de París”. El día 21 brotaba, además, la alcurnia del personaje: “El emperador Napoleón está en Fontenaibleau”. Y el 22, finalmente, lo monstruoso se trocaba en puro júbilo: “Ayer por la tarde su majestad el emperador hizo su entrada pública en las Tullerías. Nada puede superar esta alegría universal”.

En los últimos tiempos, en España, hemos descubierto a nuestro propio monstruo. De pronto, por culpa del fútbol, para El País a Zapatero le han salido unos colmillos espantosos y, en estricta correspondencia, se ha visto como El Mundo pasó a considerarlo, por breves instantes, el rostro más adorable de la creación. Como en el caso del Moniteur Universel, ambos medios nos han dado una última lección de objetividad periodística. Pues muchísimas gracias.
Público.es

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